¿En qué consiste el síndrome de fatiga crónica? Cómo nos afecta en nuestra vida cotidiana, cómo reconocerlo y qué se puede hacer para prevenirlo
Más de un millón de personas en EE.UU. sufren del síndrome de fatiga crónica.
Uno de cuatro casos presenta síntomas severos
Una cosa hay que aclarar primero, antes de que el lector opte apresuradamente por autodiagnosticarse. Es cierto que vivimos cansados, tal vez hasta exhaustos, que tal vez ya no tenemos la misma energía que antes, y que día a día nos agobia el estrés. Ahora bien, es importante, precisamente, no confundir la fatiga crónica, el síndrome, con una fatiga pasajera producto de excesos en el trabajo o los propios quehaceres de la vida.
El síndrome de fatiga crónica es un desorden caracterizado por un extremo cansancio que no puede ser atribuido a ningún factor médico. Su duración es no menor a seis meses, no es consecuencia del ejercicio físico y, fundamentalmente, no se cura con el reposo.
La causa del síndrome es todavía hoy desconocida. Existen diversas teorías que se lo adjudican tanto a un virus como al mero estrés, o a deficiencias en el sistema inmune. Sin embargo, a pesar de diversos estudios, no hay aún un consenso global.
Si bien cualquiera persona es vulnerable, la fatiga crónica se da con mayor frecuencia en las mujeres, especialmente entre los 20 y 50 años. Aquí algunos de los síntomas oficiales, según la prestigiosa Clínica Mayo:
El síndrome de fatiga crónica puede derivar en depresión, aislamiento, restricciones en el estilo de vida y reiteradas ausencias en el trabajo.
Por su naturaleza indefinida, no existe todavía un test específico para diagnosticar el síndrome. Es posible que uno tenga que realizar varias pruebas para ir descartando condiciones similares hasta llegar, por eliminación de factores, a la fatiga crónica.
Se debe considerar recurrir al médico si la fatiga es persistente y no solo fruto de condiciones temporarias de sobrecarga laboral o estrés.