Las sustancias patógenas abundan en nuestra vida diaria, especialmente en lugares públicos. Los inocentes changuitos del supermercado son un foco infeccioso muchas veces inadvertido
MÁS DEL 70% DE LOS CARRITOS DE SUPERMERCADO CONTIENEN BACTERIAS COLIFORMES, PROVENIENTES DE LAS HECES
Los peores focos infecciosos son aquellos que tienen apariencia inocente, ocultando su verdadero peligro a las miradas. Metafóricamente hablando, cualquiera se alejaría de una persona armada hasta los dientes, pero a veces el peor enemigo se esconde detrás de una sonrisa amable. Un baño público es un nido de gérmenes nocivos para el ser humano, eso es sabido por todos. Sin embargo, es menos conocido que los carritos de los supermercados tienen incluso más gérmenes. La cosa empeora porque, mientras que uno tiene extremo cuidado con lo que tocan sus manos en un baño público, nos aferramos despreocupadamente a la manija de los carritos (donde se concentra, con mucho, la mayor parte de los microorganismos patógenos).
Un estudio realizado hace algunos años por la Universidad de Arizona arrojó resultados sorprendentes –e inquietantes– al respecto: las modestas manijas de los carros de supermercado albergan más de un millón de sustancias patógenas. Los gérmenes incluyen prácticamente cualquier cosa que pueda excretar el ser humano: desde saliva y mocos a materia fecal y orina. A esto se suman elementos provenientes de las góndolas, como la sangre de la carne. En conclusión, los virus y bacterias más “populares” causantes de enfermedades pululan literalmente al alcance de la mano, entre ellos estafilococos, Escherichia coli y salmonela (bacterias) y el virus de la gripe.
No ayuda a preservar la higiene la presencia del dispositivo para sentar a los bebés en los carritos. Todo lo cual hace de primordial importancia una limpieza planificada de los carritos. De manera que es importante recordar lavarse las manos después de una compra de supermercado. Tal como uno debería hacer después de ir a un baño público.